Se institucionaliza la palabra cabreo, más común cabreado

lapices

Es imposible escaparse del entorno de esta palabra, no sé si seré justo al identificarla con el efecto que me produce cualquier asunto incomprensible.

Por el momento posicionaré el cabreo diario, que desde buena mañana sufro, cuando oigo al puto vecino que se le cae el cabezal de la ducha dentro de la bañera metálica, para salir más tarde de la casa con el golpazo de la puerta,  caso de cabreo que se genera cuando, todos los días oigo lo mismo y a la misma hora, es imposible que alguien en su sano juicio se acostumbre a tal vejación auditiva, se puede calificar como que es cabreo menor, porque el asunto va en aumento, cuando buscas el teléfono móvil y compruebas que no se ha cargado por la noche (vete tú a saber porque) te contienes (no te cabreas) sigues pululando por la casa y tu pareja te advierte, para que no se te olvide hacer cualquier asunto durante la mañana de vital importancia y que no sea de tu agrado, ya el cabreo va in crescendo,  aumenta la intensidad sensorial, así que ya te pones a la defensiva, con precaución de lo que pueda suceder.

clasesUn momento de respiro, un mal café frio y consigo conectar el teléfono con la batería que me queda, veo los mails que han llegado durante la noche y me percató entre otros, uno que me llama estrepitosamente la atención y es la factura electrónica de la empresa de telefonía móvil, por el cual diviso la cantidad y el cabreo se convierte en mal estar. Me contengo y analizo la factura antes de enviar a nadie a ningún sitio y compruebo que me han estafado, me han chingado o robado al facturarme por unas llamadas en el extranjero y por las que contrate una tarifa plana para amortiguar el escandaloso coste, que es llamar o recibir llamadas desde y para Andorra y que no me han aplicado esa tarifa plana o reducida, disparándose el precio de cada llamada, hacia una cantidad desorbitada y fuera de lugar. Esto se produce porque el operador de Vodafone no supo explicarme las tarifas exactas o no las sabía y me vendió un producto que no sirvió para nada. Ya entro, en la fase de cabreado, no por el dinero que me han cobrado de mas, ni por culpa de este insensato, si no por la cara de gilipolla que se me quedó recibir algo que no esperaba y que yo no tenia previsto, ahora pienso que mi ingenuidad actuó sin detectar la presunción de ineptitud asociada que hay que tener, con repecto de losoperadores/informadores de esta compañía concretamente.

 

 

¿Puede qué el amor sea el antídoto perfecto al cabreo?

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